"Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, pues es Cristo el que vive en mi" (Gal. 2, 19-20)

sábado, 25 de abril de 2020

¿ERES CATÓLICO?


Es muy fácil decir “yo creo” o “yo soy católico”. ¡Cuántas veces lo hemos oído decir! Desgraciadamente en muchas ocasiones se trata de personas que no llevan una vida muy acorde con la doctrina de la Iglesia pero que, por el hecho de haber sido bautizadas, se consideran a sí mismas católicas. Y, realmente, no soy yo quién para excluirlas de la Iglesia. Solamente quiero hacer una reflexión. 

Pongamos un ejemplo: ¿cuántas veces hemos echado en cara a algún político predicar una ideología, defender una manera de pensar y, sin embargo, vivir conforme a unos criterios muy distintos? Los tildamos, como poco de incongruentes, y tenemos todo el derecho del mundo porque así es. De la misma manera un bautizado que se llame a sí mismo católico, si su vida no es reflejo del Evangelio de Cristo ni de lo que enseña nuestra Santa Madre Iglesia, vive en una incongruencia fundamental. 

No digo que tengamos que ser perfectos, pues ninguno lo somos. Pero caemos, nos arrepentimos y nos levantamos con la confesión. Y seguimos sin caminando con la intención de no volver a caer. Lo que nunca hacemos, o nunca debemos hacer, es justificar nuestras caídas, o decir que son buenas (convirtiendo el mal en bien), o inevitables (negando nuestra libertad para elegir el bien), o negar que son caídas. Porque al fin y al cabo nuestra vida tiene que ser fiel reflejo  de lo que hay en nuestros corazones, y porque los cristianos somos el espejo en el que se mira mucha gente que busca a Dios, y si no somos congruentes y no ofrecemos un mensaje distinto al que ofrece el mundo, seremos responsables de dar una visión distorsionada del Evangelio. Hace no muchas semanas veía en YouTube una emisión en directo de Lizzie Reezay, YouTuber licenciada en filosofía y religión y muy activa en redes sociales, primero como protestante y desde 2017 como católica. En esa emisión alguien le preguntó cómo era posible que ella no apoyara el matrimonio homosexual cuando la persona que hacía esa pregunta conocía a católicos que sí lo defendían, por lo tanto estaba convencido de que era conforme a la doctrina cristiana. Y es que con nuestro ejemplo somos responsables, no solo de nuestras vidas, sino de cómo llevamos el mensaje de Cristo a las vidas de los demás. 

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