"Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, pues es Cristo el que vive en mi" (Gal. 2, 19-20)

viernes, 28 de marzo de 2014

Cursillo de cristiandad... ¡DE COLORES!



El domingo volví del Paraíso. Pasé el fin de semana con el Espíritu Santo. Así de claro. Con el Espíritu Santo y con 24 personas que iban a encontrarse con él a través de las manos torpes de los trece que formábamos el equipo… de un nuevo cursillo de cristiandad… ¡DE COLORES! Y como siempre, el Señor ha hecho el milagro.

El Espíritu Santo ha pasado por sus vidas y ha abierto sus corazones a Su amor y sus oídos a Su voz, devolviéndoles la inocencia de los niños en sus miradas para que de ellos pueda ser el Reino de los cielos. Y esa alegría que uno solo es capaz de experimentar cuando se sabe hijo de Dios. Y de un Dios misericordioso, Padre bueno del hijo pródigo que somos cada uno de nosotros cuando nos sabemos reconciliados con Cristo. Padre que sale a nuestro encuentro a pesar de nuestros pecados y nos acoge en la casa con los brazos abiertos.

Somos samaritanas a las que el Señor nos da de beber agua viva para que nunca más tengamos sed. Y en este cursillo, de nuevo, ha saciado su sed y la nuestra; la del equipo. Porque nosotros también hemos vivido el milagro de la conversión a Dios. El milagro del amor y de la confianza; un milagro que nos ha vuelto a transformar en tres días.

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