Hoy busco en Ti consuelo. Hoy vengo a Ti, Señor,
con el corazón triste. Como siempre que no me dejo guiar por Ti, como siempre
que pretendo ser el centro y me equivoco. Cuando pretendo sacar algún bien de
aquello que tú me has encomendado. Me desvío de tu camino y abandono tu
voluntad para caer en la tristeza cuando las cosas no suceden conforme a lo que
yo (que no Tu) deseo. Y entonces vengo a tu Sagrario a buscar consuelo.
¡Qué infinita misericordia encuentro aquí!
Tú, Señor, lleno de Amor Divino y de paciencia,
me esperas en el Sagrario, donde siempre encuentro paz. Aunque venga cargada
con mis culpas, aunque el peso de mis equivocaciones sea tan grande, Tú me
tiendes la mano y me guías como a un niño pequeño en la oscuridad. ¡Siempre encuentro
la paz en el Sagrario!
¡Qué infinito es tu amor, Señor, cuando tiendes
la mano para rescatarme de mis propias miserias! Cuando te he ignorado, cuando
he querido seguir mi propio camino y no el tuyo, cuando te he ofendido vengo a
Ti llena de culpas y Tú descargas mi pecho de tanta angustia. ¡Qué diferente
eres de mí! Yo, queriendo ser el centro, Tú olvidándote de ti mismo para
acogerme, yo ofendiéndote por nada, Tú perdonándome todas mis ofensas.
Acógeme de nuevo en tu pecho amoroso. ¡Qué sería
de mí sin tu consuelo!
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