Alguien cercano me pide oración.
Me dice que puede perdonar cuando el odio y la incomprensión que sienten por
ella como cristiana le afectan sólo a ella, pero se pregunta cómo perdonar
cuando hacen daño a uno de sus seres queridos. Entiendo perfectamente la
situación tan difícil que está viviendo; como cristiana tiene que perdonar
hasta setenta veces siete, pero como madre se hace muy difícil… Somos hijos de
Dios, pero somos de barro.
Le animo a que haga oración
pidiendo fuerzas para no caer y a que se encomiende a Nuestra Madre, que como
madre que es entiende perfectamente lo que enciende el corazón de una mujer
cuando alguien hace daño a los suyos. Le animo a preguntarse qué haría la
Virgen María en una situación así.
Pero también hay que plantearse
qué mundo queremos dejar a las siguientes generaciones, qué es lo que ella
quiere que sus hijos aprendan. Si queremos para ellos un mundo justo y
generoso, tendremos que empezar a sembrar la semilla en ellos. Porque el odio
engendra odio y la violencia engendra violencia. Si ella es justa, sus hijos
aprenderán a ser justos. Si ella es consecuente aunque el dolor y la rabia la
quemen por dentro, sus hijos aprenderán a ser consecuentes. Por ello el perdón
es el mejor regalo que les puede hacer a sus hijos.
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