JESÚS, DESCANSO EN TI.
En Tus manos pongo toda mi vida, todas
mis decisiones. Ya no me preocupo más, puesto que Tú siempre harás lo mejor
para mí. Tú moldearás mi vida siempre para bien. Solo te pido que no me
abandones, que me des Gracia para seguir siempre Tu camino sin mirar atrás, que
me des un corazón limpio de todo apego mundano desordenado, que me des valentía
para decir siempre sí como lo dijo nuestra Madre la Virgen María.
DULCE CORAZÓN DE JESÚS, SÉ MI AMOR.
En Ti todo se crea. En Ti mi corazón se
sublima. Nada tiene sentido sin Ti. Que mi pecho se inflame en reconocimiento
de Tu infinita bondad. Que todo lo ame en, por y para Ti. Que no desee más que
lo que Tú desees. Que no desee distinto a lo que Tú desees. Que lo que Tú
quieras, yo lo quiera como Tú lo quieres y cuando Tú lo quieras. Que el amor
por Ti traspase mi corazón e inunde todos mis pensamientos, todas mis palabras,
todos mis actos… y toda mi vida.
DULCE CORAZÓN DE MARÍA, SÉ LA SALVACIÓN
MÍA.
Madre, en ti confío mi salvación. Tú,
que no conociste el pecado, eres mi más firme defensora ante los ataques del
enemigo. Tú aplastas la cabeza de la serpiente. A ti acudí, Madre, en la
debilidad y tú me socorriste. Que no te olvide nunca. Que tú seas mi guía, mi
modelo y mi defensora. Que te lleve a ti por bandera en mi lucha contra las
tentaciones. Dulcísima, purísima y generosísima Madre, no me permitas caer
nunca y defiende también a todos aquellos por los que mi corazón reza.
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