Esta mañana alguien decía que en
este momento del año es cuando tenemos que echar la vista atrás contemplando el
año que termina para dar gracias a Dios por todas las bendiciones recibidas y
pedir perdón por todas las ofensas. Cierto. El último día del año es el momento
ideal para hacer balance de los 365 días anteriores, porque si lo hacemos nos
daremos cuenta de cuánto hemos recibido a cambio de nada. A cambio de ofensas y
de manchas que han de ser lavadas.
Es el momento, también, de los
buenos propósitos de año nuevo. Pero en nuestro caso, en el caso de los
cristianos no son propósitos que deban quedarse en papel mojado. Porque
nuestros propósitos tienen que tener un fin sobrenatural. Es el momento en el
que debemos hacernos fuertes en nuestra resolución de ser santos (¡Nada menos!),
y de pedir ayuda a Dios para ello, porque está claro que es un fin que excede
completamente a nuestras posibilidades. Pero como para Dios nada es imposible,
si pedimos su ayuda y nos fiamos El nos llevará de la mano. Como siempre, con
Dios todo se puede. Sin Dios no hay nada.
¡Feliz año 2014!
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