Buenos días, Señor. Te amo.
Hoy es mi día de oración por las vocaciones y no quiero olvidarme de ellos en mi meditación diaria. Pero cuando pensamos en las vocaciones, inmediatamente nos vienen a la cabeza los seminaristas, Señor. Las vocaciones al Orden Sacerdotal son importantísimas, porque sin sacerdotes no hay Eucaristía ni ningún sacramento. Ellos son los que nos acercan a Ti y nos reconcilian contigo, ellos son los que interceden por nosotros ante Ti. Por ello te pido, Señor, que mandes obreros a tu mies, pero no cualquier obrero: mándanos sacerdotes santos cuya vida sea un fiel reflejo de la Tuya, sacerdotes que estén dispuestos a sacrificarse y a abandonar su "yo" particular para revestirse de Ti. Mira, Señor, todo lo que está sufriendo tu Iglesia por culpa de unos pocos falsos apóstoles y no permitas que vuelva a ocurrir. "Salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad". Bendícela con seminaristas, diáconos, sacerdotes, obispos, cardenales y papas santos. Asístelos en sus ministerios porque su vocación es un don que les sobrepasa y nada podrían sin Ti. No permitas que se sientan abandonados ni solos, porque Tú estás con ellos. Y que tus siervos, Señor, seamos instrumentos tuyos para mostrar al mundo tu Amor y Fidelidad, especialmente con tus ungidos. Que los acompañemos, los consolemos y asistamos en las dificultades.
Pero también hay otras vocaciones que requieren nuestra oración. Me refiero a todos aquellos religiosos y consagrados que cambian cada día el mundo con su oración y entrega. Me refiero también a los padres de familia que hacen su (o Tu) apostolado en su (o Tu) iglesia doméstica. Su labor no es menos importante y es también muy difícil. No los dejes solos: acompáñalos, llévalos de la mano para que su acción sea Tu acción, su obra Tu obra y su apostolado Tu apostolado.
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